Tema 7 - DE LA INVESTIGACION A LA REDACCION


Carlos Sabino, Ob.Cit. (Adaptado por P. Lugano)

Los resultados

   Entre el momento en que un proyecto queda terminado y el inicio de la redacción final del trabajo median una serie de actividades que constituyen, en cierta medida, el núcleo de la investigación. No es que investigar pueda reducirse a una pura búsqueda de datos, o que ello signifique sólo organizar y analizar información. Pero, debe entenderse, ninguna actividad de planificación o de elaboración teórica produce auténticos conocimientos si no se efectúa una confrontación entre las ideas formuladas y las referencias externas que provee la realidad. De allí que resulte decisiva esa recolección de datos a la que aludimos aunque, hay que aclararlo, empleamos aquí la palabra dato en su sentido más amplio.
    Si bien no cabe efectuar, en este libro, una descripción detallada de las diversas acciones que ejecuta un investigador en el curso de su trabajo, pensamos que resultará útil realizar una breve reseña de las mismas. Ello nos facilitará la tarea de explicar cómo se va procediendo a la redacción del informe final.



    Concluir un proyecto -y hacer que éste sea aprobado, cuando así se lo requiere, por alguna institución- significa haber trazado un camino que nos puede conducir bastante rectamente hacia el fin propuesto. Naturalmente, ello resultará más o menos fácil según la calidad y el grado de precisión que posea ese proyecto y dependerá, sin duda, de lo ambiciosa que sea la indagación planificada. Para poner en marcha el trabajo será preciso desarrollar, simultáneamente o no, algunas de las siguientes actividades: [V. Sabino, El Proceso..., Op. Cit., pp. 35 a 41, 113 y ss., y 129 y ss.]
Continuar con las lecturas de la bibliografía existente pero ahora, por cierto, con un criterio más estricto: ya no se tratará de acopiar, simplemente, la información que nos permita definir y situar nuestro problema, sino que habrá que buscar sistemáticamente el conjunto de datos que lleven a su resolución. Ello implica realizar un tipo de lectura distinto al anterior, pues será necesario revisar cuidadosamente todas las fuentes existentes, centrarse en aquellos aspectos que son potenciales informaciones de interés e ir extrayendo -mediante fichas u otro sistema equivalente- todo aquello que vaya resultando útil para la investigación. [ V. Hochman y Montero, Op. Cit.]
Preparar el trabajo de campo. Al respecto existen, por supuesto, innumerables posibilidades según el diseño que siga la indagación. De todas maneras es necesario trazar primeramente un cuidadoso plan de trabajo que podrá incluir, según los casos: visitas a los lugares de interés, especialmente cuando se hacen trabajos de campo en lugares poco conocidos; obtención de los materiales y los equipos necesarios, especialmente en investigaciones de laboratorio; selección de la muestra, cuando se utiliza ese procedimiento estadístico; definición de las técnicas de observación y de entrevistas que hayan de usarse, etc. Lo que hay que determinar, en síntesis, son las características precisas del diseño a implementar, definiendo su estructura básica, las técnicas de recolección de datos a utilizar y otros elementos específicos.
Perfeccionar el marco teórico, especialmente en cuanto a su operacionalización. Es habitual que en un proyecto exista ya una exposición básica del mismo pero, cuando se pasa a la fase operativa del trabajo, es preciso que ésta se transforme en algo mucho más exacto: habrá que definir con precisión las variables y sus relaciones, así como encontrar -para cada una de las mismas- los indicadores que permiten medir sus manifestaciones concretas.
Elaborar los instrumentos de recolección de datos. Para el caso de las investigaciones que requieran de observaciones o entrevistas sistemáticas será necesario construir las pautas de recolección y los cuestionarios correspondientes. Ello se hará sobre la base de la operacionalización de las variables y teniendo en cuenta las técnicas de recolección escogidas.
Recoger los datos. Aquéllos que se denominan secundarios se extraerán de la bibliografía revisada, en tanto que los primarios, los que provienen del trabajo de campo, habrán de obtenerse por medio de los instrumentos de recolección, sean estos aparatos específicamente diseñados para tal fin (microscopios, medidores, cámaras, etc.) o se trate de pautas o cuestionarios elaborados por el propio investigador.
    El producto de toda esta actividad -muy variable, como es de imaginar, según lo que se esté estudiando- es un conjunto de datos o informaciones que constituyen lo que podríamos denominar resultados no procesados de la investigación. Ellos serán la materia prima que utilizaremos para escribir la tesis o informe del trabajo, mediante una labor intelectual de ordenamiento, análisis e interpretación.
La organización del material
    Al concluir las tareas de recolección, el investigador estará en posesión de un conjunto de elementos disímiles: tendrá fichas, resúmenes y extractos de textos, registros de datos, apuntes con otras informaciones adquiridas durante su trabajo de campo y anotaciones diversas que ha ido haciendo durante el curso de sus lecturas y sus reflexiones. También poseerá -y esto es quizás lo más importante- ideas, intuiciones y razonamientos parciales sobre el significado de la pesquisa realizada. Se impone, por cierto, proceder a organizar todo esto, a darle forma para que surja de allí una disertación coherente que refleje el trabajo ya hecho y permita destacar los conocimientos obtenidos.
    Esta labor de organización se puede efectuar de varias maneras, siguiendo criterios diferentes. No se trata de adherirse a patrones fijos sino de emplear, según las circunstancias, diversas modalidades de trabajo. Desde un punto de vista general, abstracto, existen sin embargo dos caminos básicos para desarrollar esta tarea. Ellos son opuestos pero no excluyentes ya que, al contrario, conviene por lo general complementarlos.
    El primero opera sobre el principio de la inducción y consiste, por lo tanto, en ir agrupando los datos según su tipo y naturaleza, integrándolos así en conjuntos coherentes. Poco a poco se van formando agregados más vastos, hasta que todo el material queda organizado de un modo sistemático en algunas pocas grandes unidades. El otro procedimientos se basa en el principio opuesto: parte de lo general, de la lógica global de la investigación, para alcanzar gradualmente -mediante sucesivas distinciones conceptuales- el nivel de los plurales datos concretos. Es conveniente que el lector ejercite su entendimiento en ambos procesos mentales, para que pueda así recorrerlos con precisión y facilidad. Con el objeto de favorecer esa práctica insertamos, seguidamente, algunos ejemplos ilustrativos.
    Supongamos que en el curso de una investigación se efectúen una serie de registros meteorológicos que permiten definir el clima de una región determinada. Será preciso entonces agrupar los datos correspondientes a cada variable (temperatura máxima, mínima y promedio, humedad, velocidad y dirección del viento, presión atmosférica, etc.) mediante tablas apropiadas. Tal vez convenga hacer una tabla con los sucesivos registros que corresponden a cada una de ellas a lo largo del tiempo, organizar los datos según las diferentes estaciones de registro o combinar ambos elementos en un cuadro general. Lo importante es encontrar una forma de presentar la información sistemáticamente, procesándola de modo tal que todos los registros de un mismo tipo aparezcan juntos en una sola relación global; ésta puede ser una tabla, un cuadro estadístico, o un simple listado. Cualquier manual de estadística básica nos puede informar respecto a las formas usuales de agrupamiento de datos y en cuanto al tipo de procesamiento matemático inicial que ellos pueden sufrir.
    Otro caso puede darse cuando se realizan entrevistas a personas que nos informan respecto a algún problema de interés, como las experiencias vividas durante cierto suceso histórico, por ejemplo. Aquí las variables no aparecen nítidamente separadas como sucedía con la temperatura o la humedad, y por lo tanto se impone un trabajo clasificatorio más complicado. Este tendrá que tener en cuenta los aspectos concretos, bien específicos, de la información adquirida: se agruparán así, por ejemplo, todos los que se refieran a un cierto suceso, provengan de las entrevistas, de algún otro instrumento de recolección o de fuentes bibliográficas. Es fácil así reunir informaciones relativas a puntos determinados de lo que nos interesa, aunque los mismos, al principio, puedan aparecer como desconectados entre sí. Ya habrá ocasión de hacer posteriores agrupamientos más generales, hasta llegar -en lo posible- a cubrir el conjunto de los datos obtenidos.
    Podríamos continuar dando ejemplos de este tipo de procesamiento para datos propios de otras disciplinas: el registro sucesivo de la magnitud de una estrella variable, la evolución de los tipos de cambio, las respuestas de un determinado molusco ante diferentes estímulos. La similitud última de todos estos casos, en un sentido metodológico, nos exime de abundar en mayores detalles. Resulta interesante en cambio examinar brevemente el otro procedimiento, aquel que, como decíamos, opera desde lo general hacia lo particular.
    Situémonos ahora en una investigación descriptiva que tenga por objeto elaborar el diagnóstico completo de una empresa. A medida en que se recoge información ésta podrá ir agrupándose en algunas grandes categorías, que se desprenden del modelo teórico sobre el que se basa el diagnóstico. Tendremos así lo relativo a los procesos productivos, la organización funcional, el mercadeo, los aspectos financieros, etc. Todos los datos que se vayan obteniendo se irán así insertando en alguna de estas grandes divisiones, que también podrán subdividirse a su vez, para llegar a un nivel de particularización adecuado.
    Como verá el lector este procedimiento, aunque opuesto por su punto de partida al anterior, en nada resulta incompatible con el mismo. Es factible ir trabajando por ambas vías simultáneamente, según las características de los datos que se vayan recogiendo, hasta llegar a un sistema global, que nos permita ubicar toda la información de un modo coherente y bien estructurado.
    Naturalmente, no es posible hacer esto de un modo absoluto, para todos los datos que hayamos recogido. Siempre habrá algunos que no encajen bien en las categorías de clasificación elaboradas. No debe preocuparse el tesista por esta circunstancia, especialmente si ello ocurre con un volumen más o menos reducido de información. Ya habrá oportunidad de hacer una clasificación más afinada cuando se posea un esquema expositivo general, de modo que allí pueda situarse aquéllo que en principio no parece fácilmente ordenable. Pero, en última instancia, tampoco tenemos que impacientarnos si ni aún así es posible resolver este problema: es preciso recordar que no toda la variada información obtenida en un proceso de investigación puede razonablemente ser registrada en su informe final. A veces existirá un exceso de detalles que no conviene transcribir; en otros casos se recogerán interesantes aunque lejanos antecedentes de una situación; podrán aparecer informaciones imprevistas, que no caben dentro de las propuestas teóricas iniciales, o datos sugerentes, que estimulan la imaginación pero que resultan por el momento imposibles de verificar. Es siempre preferible mantener la unidad expositiva básica de la tesis o del informe que buscar, empecinadamente, que todos los variados datos recogidos aparezcan en el mismo. Cabe además el recurso inteligente de separar la información no utilizada para emplearla -más adelante- como insumo de alguna nueva indagación.
    La exposición anterior, lo imaginamos, puede dar la sensación de que se están pasando algunas cosas por alto. ¿Qué hacer -dirá el lector- con tantas ideas que se nos van ocurriendo de un modo espontáneo sobre el problema en estudio? ¿Cómo organizar los apuntes, notas y observaciones que se tienen, y que ocupan a veces muchas páginas? Todo este material que se va acumulando, casi siempre de un modo no previsto, tiene sin duda un gran valor. El mismo representa ya parte del análisis y la prefiguración de las conclusiones, pero debe ser procesado, obviamente, para que adquiera plena significación. Parte de este procesamiento puede realizarse siguiendo los mecanismos de agrupamiento de la información ya citados; pero, para alcanzar una utilización realmente completa, es preciso contar con otro elemento, al que luego nos referiremos: el esquema expositivo o plan de texto.
    Si el tesista ha concluido ya con la etapa de recolección de datos y ha procedido a realizar las operaciones que mencionamos en la presente sección podrá tomar ahora sus apuntes previos para considerar si ellos se pueden incorporar, de un modo directo, a algunas de las informaciones que ha ido procesando. Conviene que esta tarea se realice conjuntamente con la primera fase del análisis de datos, como inmediatamente mostraremos.
    Los datos obtenidos suelen dividirse, según su forma, en dos grandes categorías: numéricos y verbales. Los primeros se tabulan de modo de construir con ellos apropiados cuadros estadísticos, de acuerdo a los procedimientos que se exponen en los textos de metodología. [V. por ejemplo a Galtung, Johan, Teoría y Métodos de la Investigación Social, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1971, así como a Sabino, El Proceso..., Op. Cit., pp. 153 a 167.] Los segundos pueden ser transformados en información numérica -mediante un proceso que se denomina codificación- o mantenidos en su carácter verbal, agrupándoselos según tipo y tema. Así debe procederse también con el contenido de las fichas, de modo tal de ir construyendo, en uno u otro caso, unidades coherentes de información. Sobre estos materiales debe iniciarse entonces el análisis: hay que estudiarlos detenidamente para tratar de comprender qué significado tiene cada cuadro y cada grupo de oraciones referentes a un idéntico punto. Se impone, en tal momento, la tarea de establecer por escrito las reflexiones preliminares que surjan de ese examen.
    Es conveniente que el tesista vaya anotando las ideas que le son sugeridas por la información que revisa: puede observarse así el comportamiento de un cierto indicador, el tipo de relación que parece existir entre dos variables, la forma en que fluctúa una magnitud determinada o las apreciaciones que nos merecen ciertos hechos u opiniones que aparecen en los relatos de los entrevistados o en la bibliografía. Es muy útil, verdaderamente, apuntar lo que se va observando mediante breves observaciones que queden por escrito. Aquí, precisamente, habrá que consultar las anotaciones previas para encontrar los casos en que ellas tienen relación con los contenidos de esta primera fase del análisis. De este modo se va realizando una primera forma de contrastación entre los contenidos teóricos iniciales y los datos recogidos, objeto fundamental de toda indagación científica.
    Es muy probable, por cierto, que una gran cantidad de tales anotaciones no pueda incorporarse en esta fase del trabajo, especialmente porque ellas sean de naturaleza muy general, vinculadas más a las conclusiones globales que al análisis pormenorizado. En todo caso es conveniente ir clasificando esas observaciones de acuerdo a su carácter, con lo que se podrá ir configurando un archivo de notas que posea un mínimo de orden interior. No obstante, no podrá avanzarse demasiado en esta línea si no se posee ya un esquema que nos permita organizar el conjunto de ideas concernientes a la investigación.
El esquema expositivo
Una Primera Aproximación
    No existe un procedimiento sencillo, más o menos rutinario, que nos permita elaborar siempre un esquema expositivo adecuado. Ello es de lamentar porque la feliz comunicación de un trabajo científico depende estrechamente de la construcción de un buen esquema, completo y orgánico, que nos facilite la transmisión de los resultados de la investigación y de los razonamientos que la acompañan.
    Desde un punto de vista operativo un esquema expositivo es un elemento ordenador que nos permite clasificar todos los contenidos a transmitir, prefigurando así lo que habrá de ser el índice general del trabajo terminado (V. supra, 3.4.4). En tal sentido cumple la función de ofrecer una guía, un hilo conductor con el que se logran armonizar los diferentes elementos de la exposición. Se obtiene también así una clave para ir incorporando diversas informaciones e ideas que se presentan durante el desarrollo del trabajo investigativo. De lo anterior se desprende, de un modo obvio, que un esquema es valioso en la medida en que posee una sólida lógica interior y una cobertura completa de los puntos a tratar. Si el tesista tiene ya datos suficientes y ha construido un esquema expositivo apropiado sólo tiene ante sí la tarea de escribir, que ofrece por cierto grandes desafíos, pero que en todo caso no presenta las dificultades metodológicas de las anteriores.
    Para elaborar con éxito un esquema de este tipo resulta provechoso, en casi todos los casos, consultar el proyecto de investigación previo. Este documento nos puede indicar indirectamente cual ha de ser la estructura básica del esquema, orientándonos en cuanto a su conformación general. También es conveniente, por supuesto, revisar la forma en que se han presentado otras investigaciones similares a la nuestra y tener en cuenta el análisis preliminar de la información ya realizado.
    La primera esquematización que se nos presenta es la más general, la que se corresponde con la estructura básica de un trabajo científico (V. supra, 3.1). Ella consiste en tres secciones básicas: elementos introductorios, cuerpo de la exposición y conclusiones (con otros elementos finales). Sobre esta base no se puede alcanzar más que una organización todavía muy primaria y tosca de la información, aunque ya eso es un avance. A través de esta primera aproximación es posible clasificar, a veces, gran parte de las notas y observaciones generales que hemos ido haciendo.
    Si la tesis se basa en una investigación de campo tenemos la opción de utilizar un esquema-base al que también ya nos hemos referido (V. supra, 3.3):
     Introducción
Cuerpo del Trabajo
      Marco Teórico
      Metodología
      Análisis de Datos
     Conclusiones
    Esta estructura, que muestra ya una separación entre elementos conceptualmente diferentes, puede servirnos para llegar a un esquema expositivo más definido y completo. Para hacerlo es preciso simplemente pensar que las tres secciones centrales, las que corresponden al desarrollo o cuerpo del trabajo, están en realidad abiertas a la posterior subdivisión: cada una (especialmente el marco teórico y el análisis de datos) puede estar constituida a su vez por varios capítulos, y estos a su vez por secciones o puntos específicos.
    Veremos algo más adelante lo que ocurre con lo referente al marco teórico, puesto que su división en capítulos supone a veces problemas bastante complejos. La metodología, en cambio, es más fácil de desarrollar: suele partirse de las consideraciones más generales -que incluyen, cuando es oportuno, el tratamiento de los aspectos epistemológicos- para luego definir, explicar y justificar la estructura de diseño adoptada. De allí se pasa al examen de las técnicas empleadas, analizando y relatando a la vez las dificultades concretas que han surgido en su aplicación. Si éstas son disímiles entre sí conviene abrir una sección especial para cada una.
    En cuanto al análisis de los datos es preciso tener en cuenta el encadenamiento de los elementos individuales que lo componen. Ello significa que habrá que crear secciones particulares para tipos específicos de datos, congruentes entre sí, y ordenar éstas de modo tal que el análisis pueda ir realizándose sin saltos bruscos, de una manera que facilite la continuidad de la lectura. Veamos un ejemplo.
    Supongamos que hemos realizado una investigación basada en el diseño encuesta, orientada a conocer las opiniones de los usuarios que han comprado una determinada marca de automóvil. El propio cuestionario, si está bien estructurado, nos permitirá ir trazando una división entre grupos de datos con sentido propio. Tales agrupamientos podrían referirse a: descripción de la muestra; antecedentes y hábitos de compra; motivos de compra; opinión respecto a diversos aspectos del producto: exterior, espacio interior, tablero de mandos, manejo, rendimiento, etc.; opinión global; expectativas respecto a futuras compras, etc. Cada una de estas partes podrá estar constituida por uno o varios cuadros seguidos del análisis correspondiente, así como de una apreciación global de los resultados que contiene. El conjunto de estas secciones conformará el capítulo de análisis de datos o de resultados, según se prefiera llamarlo.
    Si la información es suficiente y admite en sí subdivisiones mayores, resultará conveniente dedicar varios capítulos al análisis. Así ocurriría en una investigación sobre la evolución de la economía de un país, por ejemplo, donde podrían aparecer los siguientes capítulos: 1) producción y consumo; 2) exportaciones e importaciones; 3) mercado de capitales; 4) empleo; 5) actividad del sector público. Naturalmente, cada uno de estos capítulos abarcaría la información y el análisis específico de los temas mencionados, pudiéndose a su vez dividir en varios puntos. El segundo, v.g., se ocuparía de la balanza comercial, los movimientos internacionales de capital, las reservas, etc.
    Este mismo ejemplo nos proporciona la oportunidad de hacer una observación que puede resultar valiosa: en una investigación como la mencionada no es preciso, estrictamente, que los datos sean precedidos por un "marco teórico", en el sentido tradicional del término. La razón de ello es que no es posible formular al respecto proposiciones novedosas ni se hace necesario explicar detenidamente en qué consiste cada variable, puesto que ellas son suficientemente claras para cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la economía. El primer capítulo de la tesis, por lo tanto, debiera ocuparse de otros temas: de los objetivos de la investigación, de la forma peculiar en que se presenta el problema en función de tales objetivos, de la mayor o menor atención que se dedica a cada punto, del tipo de análisis efectuado. Tales aspectos, por cierto, caben también en una introducción, si el autor prefiere organizar las cosas de esa manera.
Criterios de Ordenamiento
    Los casos anteriores muestran la relativa facilidad conque se puede confeccionar un esquema expositivo básico para el caso de ciertos trabajos científicos. Pero hay muchos otros en que la complejidad de la materia expuesta nos obliga a reflexionar de un modo más cuidadoso, porque son varias las posibilidades que se abren y la selección entre ellas resulta ardua. Lo mismo ocurre, en otras ocasiones, para la parte específicamente referida al marco teórico.
    Examinemos la cuestión un poco más de cerca. Uno de los métodos básicos para construir un esquema consiste en tener presente el nivel de abstracción o de generalización de cada aspecto de lo que se intenta transmitir, para evitar así que se produzcan bruscas transiciones, "saltos" entre una parte y otra. De ese modo la información general que se posee previamente a la investigación y que se va a utilizar en ésta se agrupa en el marco teórico; los elementos más concretos -los datos y su análisis- se colocan luego, partiendo casi siempre del nivel de lo más particular hacia lo más abarcante; los aspectos generales que se desprenden de lo analizado, por último, se suelen ubicar en los capítulos finales, si no directamente en las conclusiones. Esa es la lógica interior del esquema que venimos examinando hasta aquí.
    Otro criterio ordenador que ya hemos mostrado en los ejemplos es aquél que nos lleva desde un elemento antecedente hasta otro que es consecuencia del primero. Parece natural colocar las expectativas de compra de los consumidores después de la opinión sobre los productos que actualmente usan, puesto que sus decisiones en materia de nuevas adquisiciones estarán vinculadas, sin duda, a sus presentes experiencias. Este criterio es muy útil cuando se trata de ordenar información que posee el mismo nivel de abstracción: en este caso una de las secciones resulta tan concreta como la otra, y el criterio que mencionábamos en el párrafo anterior no nos serviría para ordenar el material. Por ello se emplea aquí la regla de tener en cuenta cual de los aspectos puede considerarse como generador o antecedente del otro.
    Del mismo modo esta norma puede extenderse, con facilidad, al caso de informaciones o problemas que se desarrollan según una secuencia temporal. Surge así la clasificación del material según un criterio histórico, que permite organizar sin mayores inconvenientes la información existente y se hace perfectamente comprensible para cualquier lector. En este mismo libro podrá apreciarse una aplicación indirecta de tal principio: todos los capítulos de la segunda parte están ordenados según una secuencia ideal que muestra el camino que recorre el tesista desde que comienza a elegir su tema hasta el momento en que defiende su trabajo ante un jurado.
    Si un tesista logra combinar los tres criterios mencionados -el que distingue entre lo general y lo particular, el de antecedencia y consecuencia, y el histórico- podrá elaborar, casi sin excepción, un buen esquema expositivo para su trabajo.
    Veamos ahora otro ejemplo, que nos permitirá apreciar mejor cómo se aplica esta estrategia de combinación a casos más complejos. Nuestro tesista, supongámoslo así, es un antropólogo que intenta registrar la evolución de cierta danza popular esclareciendo, a su vez, las causas de su actual resurgimiento en cierta región. El tema, por cierto, no se presta a un desarrollo simple: en la exposición final tendrán que aparecer elementos históricos -ello es necesario si se habla de evolución- teóricos y empíricos de diversa naturaleza. Un orden puramente temporal no parece adecuado, puesto que la investigación tiene que examinar de algún modo la hipótesis planteada, pero el esquema comentado más arriba, en 8.3.1, tampoco resulta directamente aplicable, porque su simple estructura no deja mayor espacio para la incorporación de antecedentes históricos. Para resolver esto podemos partir de una división muy general, del siguiente tipo:
1.- La danza popular "NN". Caracterización general, origen, primeras manifestaciones conocidas.
2.- Desenvolvimiento histórico. Variaciones regionales. Evolución en la región oriental.
3.- Causas de su desaparición en algunas regiones: hipótesis adelantadas, verificadas y aceptadas.
4.- El resurgimiento de "NN" en la región oriental. Factores que se han hecho presentes: examen de los datos primarios y secundarios. Formulación de la hipótesis.
5.- Análisis de los factores (del punto 4) en relación a las hipótesis preexistentes (punto 3). Verificación de la hipótesis propia.
6.- Conclusiones.
     Obsérvese que éste aún no es el esquema terminado, el modelo completo y explícito con que se habrá de estructurar el informe, sino un esqueleto básico del mismo en el que cada punto, todavía, ha de trabajarse bastante. La forma general, sin embargo, parece ya la adecuada puesto que permite ordenar todo el material de importancia de modo que el discurso se desarrolle con cierta fluidez. El primer punto, por ejemplo, es en parte histórico y en parte teórico: nos permite exponer el concepto de "NN" que habremos de trabajar y nos ofrece además un inicio para la descripción histórica del punto dos.
    A partir de allí se abren a la vez dos líneas de desarrollo: por un lado es preciso exponer cómo se ha explicado la decadencia de la danza popular "NN", acaecida en casi todas partes, para poder así efectuar un contraste con lo ocurrido en la región oriental; por otro lado es preciso demostrar que, en esa región concreta, ha habido efectivamente un resurgimiento de esa expresión folklórica, mediante datos apropiados y completos. El orden escogido se basa en que las hipótesis sobre el retroceso de "NN" (punto 3) son de tipo general y, en algún sentido, previas a la expansión en la región del estudio. Además es preciso que los contenidos referentes a la región que nos interesa se sitúen hacia el final, para permitir el examen de las hipótesis del tesista sin tener que interrumpir el discurso general.
    El punto 5, el que parece más confuso en el esquema, se basa en un supuesto fundamental para la tesis: examinando los factores presentes actualmente en la región del estudio y comparándolos con los se que consideraron causa de la desaparición de "NN" en otras regiones se podrá entender -por vía de la contraposición- cuáles han sido los elementos que han condicionado el resurgimiento que interesa explicar. Tal supuesto pudiera resultar falso, o imposible de comprobar. Eso aquí no nos interesa, pues en nada daña la calidad del ordenamiento presentado.
    Ya hemos dicho que éste no es, todavía, el esquema final. Estos instrumentos de trabajo, por cierto, deben ir haciéndose y rehaciéndose varias veces a lo largo de un trabajo, especialmente durante la fase final, cuando ya estamos escribiendo y poseemos todos los datos fundamentales de la investigación. El siguiente paso sería partir de este esquema básico, suponer que la tesis ha de tener seis capítulos, y clasificar la información disponible de acuerdo a ellos. Luego se podrá pasar a trabajar cada uno de los capítulos, dividiéndolos en secciones más particularizadas. Así el número 4, posiblemente, deba ser descompuesto en varias secciones o nuevos capítulos, puesto que es probable que su contenido resulte demasiado amplio. Para cada una de estas partes se podrá proceder del modo indicado, volviendo a emplear los criterios ya mencionados y construyendo esquemas parciales que se insertarán dentro del armazón general ya trazado.
    Tomemos el punto 2, como muestra de lo que hay que realizar. Su contenido, en principio, no resulta simple: abarca tanto una historia general como un aspecto geográfico, que nos permitirá profundizar mejor en cuanto a la región oriental. Para resolver la dificultad de tomar en cuenta ambos criterios, temporal y espacial, debemos acudir al expediente de periodizar la secuencia histórica, dividiéndola en tramos que posean una cierta unidad interior. El desarrollo del capítulo, entonces, podrá hacerse sobre la siguiente base:
Capítulo 2: La Evolución de "NN"
2.1.- Problemas Generales (periodización y división regional)
2.2.- La Evolución Durante el Período 17..-18..
2.2.1.- Aspectos Generales
2.2.2.- Las Regiones Sur y Occidental
2.2.3.- La Región Central
2.2.4.- La Región Oriental
2.3.- El Período Reciente: 18..-19..
2.3.1.- Transformación y Decadencia
2.3.2.- Las Regiones Sur y Occidental
2.3.3.- La Región Central
2.3.4.- La Región Oriental
2.4.- Singularidades de la Región Oriental dentro de una Apreciación de Conjunto.
    Queremos destacar, a través del ejemplo precedente, algunos elementos que deben tomarse en cuenta para la elaboración de esquemas:
a) La forma en que se combina el orden histórico -aquí más general- con el geográfico, que aparece como subordinado al anterior. Ello permite integrar ambos criterios en un conjunto coherente. Naturalmente, en otros casos puede ser más lógico proceder de distinta manera, supeditando la exposición histórica a un ordenamiento geográfico más amplio.
b) La existencia de dos secciones, 2.1 y 2.4, que preparan y cierran el desarrollo central. La primera advierte al lector sobre el criterio que se seguirá en la exposición, sirviendo así de justificación; la última sirve como conclusión parcial, específica del capítulo, pero es útil también para centrar la atención sobre la región oriental, que se ha privilegiado temáticamente.
c) Los títulos, como se notará, no son los definitivos. Ellos pueden definirse mejor cuando ya se emprenda la redacción del trabajo. Por ahora lo que interesa es simplemente registrar el tipo de contenido que cubrirá cada sección.
    El lector interesado en el problema de los esquemas expositivos podrá hacer ahora un ejercicio: desglosar los elementos del que será el capítulo 3 de esta imaginaria tesis. Para ello tendrá que suponer que las hipótesis y teorías que se mencionan allí pueden ordenarse según el tipo de factor al que aludan y de acuerdo, además, al grado de verificación y aceptación que las mismas tengan.
    Cuando ya se haya definido la estructura básica del esquema será conveniente que se realice otra tarea, necesaria para precisarlo y clarificarlo. Ella consiste en redactar, muy brevemente, una explicación con los contenidos a desarrollar en cada punto. Se trata de escribir apenas unas cuantas líneas, de hacer una descripción sintética que sea capaz de orientarnos luego, cuando llegue el momento de comenzar a escribir.
    Nos parece oportuno, antes de cerrar este capítulo, hacer una recomendación de importancia: no se aprende a construir buenos esquemas expositivos sino por medio de la práctica, a través de ensayos y experiencias sucesivas. Es útil al respecto consultar con frecuencia los índices de libros y escritos de todo tipo, tratando de percibir en ellos la lógica interior que los recorre; es conveniente también buscar el consejo de personas habituadas a las labores de redacción científica. Pero, en definitiva, lo esencial es trabajar con ahínco y sistemáticamente hasta alcanzar a dominar este tipo de tarea intelectual.